¿Cómo deberían invertir los jóvenes?
Una perspectiva de Alejandro Tovar, Comisario de KUN Capital.
Por:
Alejandro Tovar Montes de Oca
Comisario de KUN Capital
A los inversionistas jóvenes, al igual que todos los que empiezan a ahorrar, no les sobran lecciones por aprender. Entre las principales está por comenzar temprano para darle tiempo a la magia de la capitalización de que funcione, reduce los costos para evitar que esa magia se deshaga y diversificar.
Adicionalmente no intentes cronometrar el mercado a menos que sea tu trabajo hacerlo, no te distraigas de tu estrategia, incluso, cuando los precios se desploman y el cielo parece desmoronarse, no lo arruines persiguiendo activos calientes cuando el mercado se está disparando, aunque veas que otros se enriquecen y te pongas celoso.
A pesar de la crisis financiera mundial de 2007-2009, las cuatro décadas previas a 2021 fueron una era dorada para los inversionistas con un rendimiento real anualizado del 7.4% en un índice amplio de acciones globales. Este rendimiento fue significativamente superior al 4.3% registrado en las ocho décadas anteriores. Los bonos también tuvieron un excelente desempeño durante este período, con rendimientos anuales del 6.3%, muy por encima del 0% de los 80 años anteriores. Sin embargo, esa época dorada ha llegado a su fin, en gran parte debido a factores como la globalización y las bajas tasas de interés.
Todas estas tendencias han dado un giro en reversa y, como consecuencia, los jóvenes deben enfrentarse a un conjunto más difícil de decisiones de inversión: cuánto ahorrar, cómo sacar el máximo partido de los mercados que ofrecen menos y cómo conciliar sus valores morales con la búsqueda de rentabilidad. Hasta ahora, muchos están eligiendo mal.
La cantaleta constante de la gestión de activos, la cual dice que los resultados pasados no son garantía de rentabilidades futuras, rara vez ha sido más acertada. Si los rendimientos del mercado volvieran a los promedios de más largo plazo, la diferencia para los inversionistas jóvenes de hoy (definidos como los menores de 40 años) sería enorme.
Si se incluyen tanto los años mediocres anteriores a 1980 como los extraordinarios posteriores, estos promedios de largo plazo son del 5% y el 1,7% anual para las acciones y los bonos, respectivamente.
Después de 40 años de tales rendimientos, el valor real de un dólar invertido en acciones sería de 7,04 dólares y el de los bonos, de 1,96 dólares. Para quienes inviertan en los próximos 40 años hasta 2021, las cifras equivalentes fueron 17,38 dólares y 11,52 dólares.
Esto crea dos riesgos principales para los nuevos inversionistas: primero, la posibilidad de analizar el pasado reciente y suponer que los mercados serán tan generosos como antes, lo que lleva a una insuficiencia en los ahorros para la jubilación. Segundo, la posibilidad de que los rendimientos sean más bajos de lo esperado, lo que puede resultar aún más desmoralizante.
En la actualidad, las perspectivas para las acciones siguen siendo sombrías, con una contracción de los rendimientos esperados a pesar de una recuperación de los precios. La prima de riesgo, que mide la recompensa esperada por invertir en acciones en lugar de bonos seguros, ha caído a su nivel más bajo en décadas. Por lo tanto, sin un crecimiento sostenido de las ganancias, los inversionistas jóvenes enfrentarán la posibilidad de precios a la baja o años de rendimientos decepcionantes.
Todo esto hace que sea inusualmente importante que los jóvenes ahorradores tomen decisiones de inversión sensatas, ya que frente a un conjunto poco envidiable de condiciones de mercado, tienen un impulso más fuerte que nunca de aprovechar al máximo lo poco que se les ofrece.
La buena noticia es que los jóvenes de hoy tienen más acceso que nunca a herramientas financieras, como plataformas de inversión y fondos indexados de bajo costo. Sin embargo, también enfrentan nuevas trampas, como las apuestas en fondos cotizados en bolsa (ETFs) que permiten invertir en nichos especializados, como la volatilidad, el cannabis y temas de inversión como la inteligencia artificial. Aunque estas estrategias pueden parecer atractivas, conllevan más volatilidad, menos liquidez y comisiones más altas en comparación con los que se centran en el mercado, en general, corren un mayor riesgo de que las modas cambien, aún teniendo la facilidad con la que los ETF se pueden personalizar, publicitar y vender con unos pocos toques en la pantalla de un teléfono es algo con lo que las generaciones anteriores de inversionistas no tenían.
Lo mismo ocurre con el atractivo de la moralidad que acompaña a su marketing. Los vehículos ESG se presentan a los jóvenes como la opción éticamente neutral. Si hay inversiones que salvarán a la sociedad y al planeta al mismo tiempo que aumentan sus ahorros, ¿qué clase de monstruo compraría el tipo ordinario y sucio?
Esto exagera la diferencia entre los fondos ESG y los «normales» y oculta su impacto en los costos y los rendimientos. Sin embargo, los fondos ESG suelen cobrar comisiones más altas, y un estudio de la Harvard Business School reveló que el 68% de sus activos están invertidos en las mismas opciones que los fondos no ESG, lo que reduce la ventaja que prometen. Además, al evitar empresas que podrían ofrecer altos rendimientos, como las de combustibles fósiles, estos fondos pueden perder oportunidades valiosas.
En este contexto, aunque los mercados parezcan menos atractivos, es esencial que los jóvenes se concentren en decisiones de inversión inteligentes, evitando las trampas que podrían erosionar sus ya escasos rendimientos esperados. Al hacerlo, formarán hábitos que influirán en su comportamiento financiero a lo largo del tiempo, ya que la investigación sugiere que las primeras experiencias de inversión pueden tener un impacto duradero.
Conclusión:
Los jóvenes inversionistas se enfrentan a un entorno más complejo y menos favorable que generaciones anteriores. Sin embargo, a través de la educación financiera, la diversificación, y evitando las trampas de las inversiones de nicho y las modas de inversión como los ETFs especializados o los fondos ESG, pueden mejorar sus probabilidades de éxito. Establecer buenos hábitos financieros desde el principio será fundamental para lograr rentabilidad en un mercado que ofrece menos oportunidades que en el pasado.
Alejandro Tovar Montes de Oca
Comisario KUN Capital
El Blog de KUN Capital está escrito únicamente con fines informativos y no debe considerarse un consejo de inversión ni una recomendación para comprar, vender o mantener ningún activo en particular.
¿Cómo deberían invertir los jóvenes?
Una perspectiva de Alejandro Tovar, Comisario de KUN Capital.
Por:
Alejandro Tovar Montes de Oca
Comisario de KUN Capital
A los inversionistas jóvenes, al igual que todos los que empiezan a ahorrar, no les sobran lecciones por aprender. Entre las principales está por comenzar temprano para darle tiempo a la magia de la capitalización de que funcione, reduce los costos para evitar que esa magia se deshaga y diversificar.
Adicionalmente no intentes cronometrar el mercado a menos que sea tu trabajo hacerlo, no te distraigas de tu estrategia, incluso, cuando los precios se desploman y el cielo parece desmoronarse, no lo arruines persiguiendo activos calientes cuando el mercado se está disparando, aunque veas que otros se enriquecen y te pongas celoso.
A pesar de la crisis financiera mundial de 2007-2009, las cuatro décadas previas a 2021 fueron una era dorada para los inversionistas con un rendimiento real anualizado del 7.4% en un índice amplio de acciones globales. Este rendimiento fue significativamente superior al 4.3% registrado en las ocho décadas anteriores. Los bonos también tuvieron un excelente desempeño durante este período, con rendimientos anuales del 6.3%, muy por encima del 0% de los 80 años anteriores. Sin embargo, esa época dorada ha llegado a su fin, en gran parte debido a factores como la globalización y las bajas tasas de interés.
Todas estas tendencias han dado un giro en reversa y, como consecuencia, los jóvenes deben enfrentarse a un conjunto más difícil de decisiones de inversión: cuánto ahorrar, cómo sacar el máximo partido de los mercados que ofrecen menos y cómo conciliar sus valores morales con la búsqueda de rentabilidad. Hasta ahora, muchos están eligiendo mal.
La cantaleta constante de la gestión de activos, la cual dice que los resultados pasados no son garantía de rentabilidades futuras, rara vez ha sido más acertada. Si los rendimientos del mercado volvieran a los promedios de más largo plazo, la diferencia para los inversionistas jóvenes de hoy (definidos como los menores de 40 años) sería enorme.
Si se incluyen tanto los años mediocres anteriores a 1980 como los extraordinarios posteriores, estos promedios de largo plazo son del 5% y el 1,7% anual para las acciones y los bonos, respectivamente.
Después de 40 años de tales rendimientos, el valor real de un dólar invertido en acciones sería de 7,04 dólares y el de los bonos, de 1,96 dólares. Para quienes inviertan en los próximos 40 años hasta 2021, las cifras equivalentes fueron 17,38 dólares y 11,52 dólares.
Esto crea dos riesgos principales para los nuevos inversionistas: primero, la posibilidad de analizar el pasado reciente y suponer que los mercados serán tan generosos como antes, lo que lleva a una insuficiencia en los ahorros para la jubilación. Segundo, la posibilidad de que los rendimientos sean más bajos de lo esperado, lo que puede resultar aún más desmoralizante.
En la actualidad, las perspectivas para las acciones siguen siendo sombrías, con una contracción de los rendimientos esperados a pesar de una recuperación de los precios. La prima de riesgo, que mide la recompensa esperada por invertir en acciones en lugar de bonos seguros, ha caído a su nivel más bajo en décadas. Por lo tanto, sin un crecimiento sostenido de las ganancias, los inversionistas jóvenes enfrentarán la posibilidad de precios a la baja o años de rendimientos decepcionantes.
Todo esto hace que sea inusualmente importante que los jóvenes ahorradores tomen decisiones de inversión sensatas, ya que frente a un conjunto poco envidiable de condiciones de mercado, tienen un impulso más fuerte que nunca de aprovechar al máximo lo poco que se les ofrece.
La buena noticia es que los jóvenes de hoy tienen más acceso que nunca a herramientas financieras, como plataformas de inversión y fondos indexados de bajo costo. Sin embargo, también enfrentan nuevas trampas, como las apuestas en fondos cotizados en bolsa (ETFs) que permiten invertir en nichos especializados, como la volatilidad, el cannabis y temas de inversión como la inteligencia artificial. Aunque estas estrategias pueden parecer atractivas, conllevan más volatilidad, menos liquidez y comisiones más altas en comparación con los que se centran en el mercado, en general, corren un mayor riesgo de que las modas cambien, aún teniendo la facilidad con la que los ETF se pueden personalizar, publicitar y vender con unos pocos toques en la pantalla de un teléfono es algo con lo que las generaciones anteriores de inversionistas no tenían.
Lo mismo ocurre con el atractivo de la moralidad que acompaña a su marketing. Los vehículos ESG se presentan a los jóvenes como la opción éticamente neutral. Si hay inversiones que salvarán a la sociedad y al planeta al mismo tiempo que aumentan sus ahorros, ¿qué clase de monstruo compraría el tipo ordinario y sucio?
Esto exagera la diferencia entre los fondos ESG y los «normales» y oculta su impacto en los costos y los rendimientos. Sin embargo, los fondos ESG suelen cobrar comisiones más altas, y un estudio de la Harvard Business School reveló que el 68% de sus activos están invertidos en las mismas opciones que los fondos no ESG, lo que reduce la ventaja que prometen. Además, al evitar empresas que podrían ofrecer altos rendimientos, como las de combustibles fósiles, estos fondos pueden perder oportunidades valiosas.
En este contexto, aunque los mercados parezcan menos atractivos, es esencial que los jóvenes se concentren en decisiones de inversión inteligentes, evitando las trampas que podrían erosionar sus ya escasos rendimientos esperados. Al hacerlo, formarán hábitos que influirán en su comportamiento financiero a lo largo del tiempo, ya que la investigación sugiere que las primeras experiencias de inversión pueden tener un impacto duradero.
Conclusión:
Los jóvenes inversionistas se enfrentan a un entorno más complejo y menos favorable que generaciones anteriores. Sin embargo, a través de la educación financiera, la diversificación, y evitando las trampas de las inversiones de nicho y las modas de inversión como los ETFs especializados o los fondos ESG, pueden mejorar sus probabilidades de éxito. Establecer buenos hábitos financieros desde el principio será fundamental para lograr rentabilidad en un mercado que ofrece menos oportunidades que en el pasado.
Alejandro Tovar Montes de Oca
Comisario KUN Capital
El Blog de KUN Capital está escrito únicamente con fines informativos y no debe considerarse un consejo de inversión ni una recomendación para comprar, vender o mantener ningún activo en particular.